viernes, 13 de septiembre de 2013

ESPACIOS INVADIDOS




Tengo un dolor en el pecho. Hoy me duele la vida y a mis 44 años siento que se pierde casi definitivamente la niña que fui. Aprieto las manos pero él ya no me responde. Es como si algo en su cabeza se hubiera paralizado. Como si sus neuronas estuvieran haciendo una conjura contra el tiempo, contra el espacio, contra sí mismo. Ya no reviven los recuerdos nítidos. Ya, ni siquiera son recuerdos. Están adulterados, contaminados, desprovistos de sentido. Invaden su existencia monótona y hacen que todo vaya perdiendo color. Está solo. ¿Es suave su soledad? No sé, pero él se ata al pasado y me ve a mí como una niña pequeña que sostiene en su regazo a otros niños (que quizá sean mis hijos) que tienen sus caras deformadas. Dice que me habla y yo no le respondo. No puedo contestarle. Yo no estoy ahí. Resiste sin miedo, sin terror. Asume presencias que cierran sus sueños, que taponan su cordura, que provocan grietas en su realidad. Ya no percibe música, solo formas geométricas que encajan dentro de cuerpos humanos, de rostros humanos, de bocas humanas que no pronuncian palabras. Los movimientos son sigilosos. Las puertas son importantes porque a través de ellas los fantasmas desaparecen. Él los busca, como si quisiera comprender algo. Las manivelas son importantes porque abren las puertas de las mismas habitaciones donde ahora, sin embargo, ya no hay nadie. Aparatos y botones e instrumentos...y una tabla de planchar y ruedas; ruedas que giran y marcan el tiempo en un microondas, en una lavadora, en un lavavajillas...y de pronto, espacios invadidos nuevamente. Las neuronas conjurando y conjurándose; millones de efectos colaterales. Ni siquiera las estrellas tienen ya sentido. Persianas bajadas, ventanas cerradas, geometría en espiral...
El destino marcado por la rigidez de su cuerpo, por el temblor de sus manos; dibujar un círculo donde pueda caber toda la confusión que alberga su mente....Si cierra los ojos se queda tranquilo. Cesa la presión en las sienes e imagina almohadas mullidas y peces de colores dentro de los mares del sur. Su hija también ha perdido el rostro pero él sabe que es ella. Se sienta a su lado sin hablar y él se deja acompañar; sin miedo, sin terror.
Niebla cerrada que llena su mente. Destino marcado por alfileres y líneas que delimitan la frontera de la locura, de la enfermedad, del dolor y la muerte. Burbujas que crecen cada día un poco más...y callan...y están...y se esconden...y sonríen...y se van. ¿No hay una varita mágica que arregle las sombras de una vida gastada? ¿Nadie sospecha del viento? Gravedad de los años. Tiempo ingrato.
La niña pequeña comienza a llorar. Su padre no la oye. Se suma, se divide, se resta, se multiplica, se aleja...Tiene un dolor en el pecho. Hoy le duele la vida...y siente que se pierde definitivamente...como si ya tuviera más de 40 años.

PALABRAS INFINITAS


Me gustaría ser poeta para decirlo todo, lo demostrable y lo inalcanzable. Me gustaría crear una pista de patinaje entre el amor y el odio y deslizarme de un lado a otro fácilmente, sin traumas ni lágrimas, renglón a renglón, combinando palabras infinitas. Me gustaría escribir para gritar que estoy vivo, para descubrir algo más, para existir por siempre, para poder describir lo que siento ante la sonrisa de mi hijo, para que todo esté en su sitio, para que todo me pertenezca.
Desnudo ante el espejo aprendo mucho de mí, busco la emoción y la verdad de un instante. Busco descubrir algo nuevo siempre, busco lo especial para hacerlo persistir. Busco salir de esa monotonía que me ahoga y me siento privilegiado por querer y poder escapar a través de las palabras, desapareciendo lentamente dentro de ellas y atrapando aromas a los que yo les doy nombre, existencia e identidad.

TODO AQUELLO QUE FUE.




¿Sería posible volver al pasado? Tal vez si pudiese volar planearía sobre todo aquello que fue; desde arriba, sobre mi propia existencia, viéndome a mí mismo de nuevo. Podría rectificar los nombres y las caras que nunca me gustaron y todas las palabras que me hirieron y aquella pérdida por la que aún siento el mismo dolor y tantos desencantos y tantas decepciones. Podría diseñar otro mundo para mí. Que mi vida se desvaneciera como un castillo de arena, como una pompa de jabón para resurgir desde el lugar donde se concentran todas las horas. De nuevo distinto; un yo desconocido, hecho a capricho de no se sabe muy bien quién. Un nuevo ser que me acogería otra vez para pasear conmigo de la mano y me demostraría que nada es tan diferente nunca.

SOLEDAD Y SILENCIO




Estoy aquí observando la quietud de las cosas. Soledad y silencio en este momento único. Pasan de largo los signos de interrogación, sin preguntas en su interior. Todas las respuestas fueron arrojadas al fuego destructor mientras yo dormía. Es la ilusión del momento más íntimo; sin dudas, sin contestación. Con cierto misterio. Yo solo, sumido en un profundo sueño y alrededor de mí, el mágico sonido de las olas del mar.

NO SÉ...




En las profundidades de la tierra queda la noche perpetua y la luz de los recuerdos se extingue lentamente. El color de las flores no llega tan abajo. Mundo de raíces laberínticas donde el azul del cielo es una vana ilusión. Veo en esta oscuridad eterna un pedazo de mar que se secó de tanto esperar a las estrellas. Veo la luna apagada, sin ganas de nada, enferma de hastío, sin forma, sin brillo. Veo piedras y veo barro. Puedo sentir la locura de cientos de ojos que me observan despojados de sus almas. Toco la tierra mojada y sé que algo más se escapa de mí. Pienso en mis últimos versos y estallo en mil carcajadas. Nada es igual. Ya no soy el mismo. No sé si estoy muerto...

SIN PREGUNTAR POR QUÉ




Admiras la libertad y detestas las cuestiones que envuelven al género humano: el poder, la explotación , las guerras, el dolor...Nunca aparecieron en tus sueños. Si pudieras dejarías de ser hombre para dedicarte por entero a ser poeta. Enamorado del viento suave te sientes feliz cuando crees conocer tu verdad. Huyendo de la perfección formal, tu intención es transcribir el mundo que se traduce en mil sensaciones sin preguntar por qué. A veces te deleitas en la mentira y juegas distorsionando verdades, fingiendo ser otro, otro hombre en el que habita la oscuridad de la noche. No albergas ninguna esperanza ante la muerte; tu propia muerte, la que con toda seguridad se adueñará de ti para hundirte bajo la hierba, en los confines más profundos de la tierra. Se acabará el hombre pero el poeta no. Tu voz grave y profunda permanecerá agitando sonidos sobre el mar en calma.¿ Es por eso que caminas y avanzas sin mirar atrás? Firme, seguro, confiado...Tránsito del pasado al porvenir, insistiendo siempre en el presente actual, el único tiempo que jamás debería ser olvidado, el único tiempo en el que puedes expresar que estás vivo.

PUNTO DE MIRA


Existe un halo mistérico que lo envuelve todo. Ni siquiera es necesario pensar en el misterio si uno es capaz de asumirlo; si uno es capaz de sentirse iluminado por su inmenso poder. Un poder absoluto y mágico que llega hasta la luz; esa luz que no sabe de su existencia, que no sabe del alcance de los conocimientos, esa luz que persiste diariamente ofreciendo un sentido cálido a todo aquello que permanece y permanecerá bajo el sol.
El hedonista sin religión no se plantea nada más que mirar con sus ojos de poeta el ciclo vital de todo lo que alimenta su vida: el amanecer, el anochecer, el sol, la luna, las flores frescas y las marchitas, las hojas que brotan en las ramas de los árboles y la caída de las mismas; primavera, otoño, luz, oscuridad...vida y muerte.
Nada cambiará nunca.
Todo cumple su ciclo. Como si los procesos estuvieran diseñados de forma científicamente automática, de forma invisible, de forma intangible, de forma irremediable.
¿Por qué insistir en llegar más allá?
¿Por qué tratar de comprender?
¿Por qué no dejarse arrastrar?
La vida se sale por los cinco sentidos... Disfrutar de todo lo que nos ofrece era ya un concepto renacentista. Es lo único que nos aporta una magnitud gigantesca. Por eso el poeta se siente engrandecido; por eso para el poeta, cualquier tierra, cualquier pueblo es UNIVERSAL, porque sirve como punto de mira. Un mirador para observar estrellas y cada estrella es un brillo nuevo que se suma al brillo común de la luna llena. Al poeta le bastan sus sueños...

IMPRESIONES AZULES




Le gusta sumirse en su propia melancolía y siempre ha preferido la tristeza a la felicidad más absoluta. Su soledad es irremediable, le ayuda a componer versos que lanza sin cesar para que los demás lean, para que los demás sientan...Al mirar a su alrededor nunca deja de sorprenderse y siempre escribe lo asombroso, lo extraño, lo que es capaz de sobrevivir al tiempo; siempre lo nuevo, en lo que antes jamás había reparado. Sus creencias no van más allá de sus ojos proyectados sobre el mundo que lo rodea. Lo mira siempre y casi nunca lo comprende pero el embelesamiento que provoca ante su mirada es más fuerte que el entendimiento y la comprensión que deberían derivarse de un ser racional.
Es difícil pensar y es difícil comprender. Es gratificante mirar y admirar el mundo es vivir. Vive aferrado a sus cinco sentidos; conjugando siempre lo que toca, lo que oye, lo que ve, lo que degusta, lo que huele...rimando sentidos; explotando ante esos elementos que una vez pertenecieron a la naturaleza hasta que él los hizo suyos para siempre por la fuerza de la percepción.
Él es el poeta de árboles eternos, de caminos interminables, de flores en libertad, de la lluvia que cae desde un cielo adornado con relámpagos ensordecedores; es el poeta del perfume de las flores y de él se desprenden miles de colores azulados en noches como ésta.

domingo, 8 de septiembre de 2013

SUEÑOS DE UN POETA


El poeta atilda sus recuerdos con palabras escogidas, palabras que rememoran las caricias y los besos pretéritos de un niño que dejó de serlo. La humildad de su pueblo y la vida del campo, tan básica, tan austera, tan ingrata en la mayoría de las ocasiones, le hacen, no obstante, sentirse desde la distancia aprisionado, secuestrado sobre un suelo de asfalto. Junto a él miles de semáforos cambian de manera intermitente y sistemática...Rojo, verde, ámbar. Continúa caminando como un autómata más. El humo de automóviles modernos impregna las esquinas de las calles modernas y los bloques de pisos modernos se erigen idénticos sobre las anchas aceras. Las tiendas modernas, las cafeterías modernas, los bares modernos, incluso las tascas modernas hacen mella en algún lugar de su corazón, en el que aún existe un hueco para ese pasado que por no encajar dentro de este presente dejó de ser símbolo de modernidad.
Los olores del pueblo son el olor de su niñez y el color blanco de las casas encaladas y el ardiente sol filtrándose entre los álamos y el río cristalino donde se bañaba y el pan recién hecho y las partidas de cartas y las copas de anís y la taberna de "El Perlas" y el vino del país y la cara surcada de su padre risueño y las manos cansadas de su madre, de la que conserva intacto  el reflejo de su voz y las ristras de pimientos rojos secándose en las ventanas y las sábanas recién planchadas y el fuego encendido y las castañas asadas...son ahora para él como un indulto, como un pequeño y personal indicio de libertad que tras los años quedó latente bajo miles de signos de urbanidad.
Desde el balcón de su casa es imposible ver la luna. Una vez que cae la noche, desde la correspondencia apilada, aún sin abrir sobre su mesa de trabajo, surgen destellos de sociedad y el contestador automático le presta a su soledad un cierto aire sonoro. La cafetera ha llenado ya la jarra de café y el poeta insistente y empedernido lo saborea rimando palabras, conjugando letras, buscando un sentido al calor de lo que ya vivió.
Una vez más trata de reconstruirse sobre sí mismo, como si cada vez pesara más el de antes, como se el de ahora no estuviese dotado de una existencia perfecta...y así, perdiéndose entre los brillos de hace mucho más de quince años, escribe buscando el origen de un hombre que se siente perdido.
El poeta siempre soñó con nubes blancas de algodón

sábado, 7 de septiembre de 2013

EL ENCUENTRO


Esta página en blanco está perfectamente delimitada. El tamaño es familiar, común, como de andar por casa; los bordes están guillotinados en seco, sin imperfecciones en ninguno de sus cuatro lados. Mis ojos están cerrados, paso las manos lentamente sobre ella y sé que en su textura  hay algo de imaginación y de misterio. Con el paso del tiempo es mi mirada la que ha cambiado. Ahora ya he dejado de buscar folios para tomar apuntes en el instituto o en la facultad, para hacer la lista de la compra, para sumar en las esquinas los gastos del mes. Ni siquiera los utilizo ya para escribir cartas de amor. Ahora busco páginas como ésta, en las que poder enfrentarme al reto de escribir, escribir creando algo de la nada, de esa nada intangible que se planta frente a mí, provocándome y ensombreciendo la luz de esta cotidianidad que me acompaña; esa nada que remueve mis entrañas desafiándome a mirar de otra forma, a mirar para encontrar.
En esta calurosa tarde de julio mi página vacía me está esperando; inmóvil, sumisa y silenciosa aguarda a que mi interior se convulsione enseñándome quién soy, qué hay dentro de mí que se somete diariamente, sin saberlo, a la mecanicidad de mi propia existencia.
Eso que busco pasa desapercibido, imperceptible e inmutable hasta que yo no vuelco mis ojos hacia ese lugar oculto, en una lucha incesante que nunca termina porque es algo más, algo diferente lo que necesito. Quizá el extrañamiento que provoca una sorpresa, el poder de la magia, la fuerza de un secreto, cierto grado de locura, la efectividad de la mentira o los sentimientos inevitables porque siempre están y porque casi todo ocurre alrededor de ellos. Me dejo arrastrar por el piano que suena, procede de la banda sonora original de la última película francesa que he visto. No sé cuánto tiempo ha pasado. Abro los ojos. Ha sido como un sueño tan pacífico y relajado que esta realidad, esta casa, estos muebles que rodean mi vida parecen no existir...


En un lejano lugar, donde las cosas pueden llegar a ser distintas, había una puerta izquierda capaz de transformar a aquel que la cruzara pero con la condición de que el que quisiese entrar, traspasaría para siempre el límite de la Estación Equis; el lugar donde residen los humanos que habitan un mundo todavía con sol. No lo pensé demasiado, necesitaba huir y al atravesar el límite me encontré con una tortuga. Como a las once y cuarto llegué ante una inmensa cascada de agua tras la cual podía adivinarse la silueta imprecisa de una enorme boca que preguntó por qué quería abandonar mi vida anterior, por qué no me había planteado que escogí, sin saberlo, la salida equivocada. No supe qué contestar y retrocedí rápidamente, hasta que de forma insospechada me topé con las puertas de la oscuridad. Mis movimientos torpes de ciego inexperto me condujeron hasta la desesperación, por la escalera eléctrica. Cuando llegué, todo me resultaba familiar. Una luz suave me permitió ubicarme en el nº8 de la Calle Silencio...Aquella mujer en bata tenía los rulos puestos y después de tirar la basura en el contenedor me miró sin sorpresa, como si me conociera de toda la vida e inventó para mí una historia que yo creí haber vivido al cruzar la puerta izquierda; una historia para una página vacía.

LOS ENIGMAS


El dolor no es un sentimiento cualquiera. Su poder vibrante y sonoro se instala dentro y vive en silencio como un parásito, sin descanso; arrancando cada día un pedazo de vida, un trozo de lo mejor de ti mismo. Áspero y violento traspasa todas las fronteras y ensancha cualquier límite. No hay simetría en este viaje sin retorno, porque existen mil dolores distintos y mil aristas distintas dentro de cada dolor. Barrotes internos e invisibles que le ganan la partida a la felicidad restándole significado a la libertad; de ahí su sentido dramático. Muerte, ausencia, amor, amistad, insatisfacción, hastío, decepción, miedo, deseo, locura, necesidad, olvido...arrojan su silencio eterno. Es el duro invierno de los mares de hielo...y tú que quisieras tomar el control del universo, te asombras ante la visión rota de ti y preguntas qué hay de postre sabiendo que ese dolor también devorará el pastel de arándanos. Sin embargo...en el cielo invernal puedes ver juegos de luces y aunque estás herido por la punta de un iceberg sigues cuestionándote qué clase de enigma te permite reconstruir tu propia vida siempre.

UN PUENTE ENTRE DOS MUNDOS


La pena es un aguijón que se clava inyectando un veneno que no mata pero asfixia, ahoga, oprime, abate y rima en asonante con tristeza. En ocasiones tiemblan los labios actuando como un indicio parcial de lo que más tarde serán estrías en el corazón. Se trata de una sola palabra que contiene un solo sonido nasal y es tal su poder que, a veces impide hablar, que a veces obstaculiza la respiración y aunque el ser humano no está preparado para llorar por siempre, es como si solo hubiera lugar para las lágrimas. Tras ella la vida puede continuar pero ya ha perdido parte de sentido porque se produce de forma irremediable el eclipse de mil sonrisas que pudieron llegar a ser. Agua derramada como expresión de impotencia. No hay cielo, ni viento, ni luz. Algo se rompe; se destruye para siempre. Cuatro letras sin melodía, sin emoción, sin ritmo. El alma se vuelve sombra y una voz grita imparable, desorientada, ajena a la belleza del mar. No hay una metáfora capaz de expresarla y ningún paisaje permanecería sublime ante la destrucción que encierra. Tiene la capacidad de mutar la realidad, la inspiración, el ánimo, la libertad y el arte. Todo se ralentiza. No crea curiosidad; nadie quiere profundizar en el abismo que desprende su propia naturaleza...Pero la pena es auténtica y...a veces; solo a veces deriva hacia la muerte, porque pena y muerte son dos palabras unidas como dos hermanas naturales atravesando agua, brumas y polvo; como dos hermanas que jamás se ríen por el camino, un camino que es un puente entre dos mundos.

DESDE LOS ÁRBOLES


La ciudad espera
El otoño cruzará las montañas
y acabará instalándose en este septiembre abstracto...
lento...
cercano...
Las tardes desaparecen para siempre.

Amenaza la lluvia
Pero tu sonrisa es
existe
continúa
permanece
y atraviesa enérgica todas las líneas de los pentagramas.

Entretanto, los violines descansan
y aquellas partituras que fueron tristes
comienzan a caer desde los árboles.

TU SOMBRA


Esta luz tan esencial
renueva los vértices de mi memoria...
tan densa
tan desesperada
y acerca tu imagen nuevamente hasta mi rostro...
tan dócil
y habitado solo por mis gestos.

Siento restos de emoción
algún sentimiento líquido
dolor
y...

cuando las  notas musicales
se mezclan con tu sombra

siento... una paz extraña

MÚSICA PARA EL OLVIDO


Ya nada ensombrecerá mis párpados
ni volverá a inclinarse jamás
sobre los lados húmedos del abismo.

Ya no habrá más lágrimas
ni huracanes blancos
ni vaho en los cristales.

A partir de ahora
el tiempo seguirá cayendo inclinado
sobre mis hojas de papel...

...y en ellas continuaré escribiendo
silencios y música para el olvido.

viernes, 6 de septiembre de 2013

RÁFAGAS


Mirándote al espejo solo ves un camino de deseos inalcanzables. Deseos que se alejan de la realidad, que se reflejan en un paraiso de sueños infinitos...Pero no deberías ignorar lo que sucede: La sombra ha apagado la luz y el dolor es un grito, es el miedo, es la destrucción, la soledad, el silencio.
Como si la luna estuviese herida de muerte; la guerra desierta, oscura y sombría no tiene final.
Ellos navegan a la deriva, desafiando los límites del terror, adentrándose en los abismos imperfectos del vacío absoluto.
No corras o caerás en su oscuridad.
Tú deseas un mundo transparente para que la esperanza sea visible y cierta; para que las risas ahoguen las heridas, para que la soledad no nos alcance a todos...
Pues diles que dejen de matar. Pídeles que busquen en el océano el misterioso sonido de la libertad y...espera en el rompeolas.
Se alejará el vacío. La brisa arrastrará las tristezas. Pasará el invierno...Y solo tú sabrás entonces cómo volver a encontrar el rumbo hacia los mil destellos perdidos.

 
Fotopoema realizado por Cecilia Ortiz desde su página: Zona de fuego-la palabra. Estado permanente de poesía: Toque de verso.

TUYA


Acabaré siendo tuya; lo sé. Rimando nuestros labios conseguiré escribir poesías de color brillante, con estrofas de sábanas blancas. Nuestros cuerpos entrelazados en versos fantásticos acentuarán los ritmos indefinidos e inevitables de un amor que triunfa.
El ansia vital que para siempre nos hará invencibles caerá sobre nosotros como las gotas de lluvia fina, imparable e imperceptible.
Tus palabras y las mías se acumulan en las páginas vacías que releo contínuamente pensando: Acabaré siendo tuya; lo sé porque ya me siento tuya.

BESARTE OTRA VEZ...


Combatir la soledad con un beso
es transportarse a un mundo
que parece ajeno.
Sus labios renuncian a las palabras
y prolongan el húmedo silencio
que se diluye libre en el tiempo.
Tiempo oscuro y prohibido
desnudo
como mi alma 
y como mi cuerpo
Cuatro manos asesinas
disfrazan de muerte
todo lo anterior
Ahora no hay nada más
que la mágica unión de dos bocas insaciables
que no entienden de cajones vacíos
de persianas bajadas
de esa música para tu ausencia
de millones de lágrimas...
No quiero abrir los ojos
Solo quiero
Besarte...
Otra vez.

EL OLVIDO Y SU MEMORIA


En la luna del espejo
descansa una imagen de viento
dorado por la luz del deseo absoluto.
Las llamas apagaron la música de aquel aire azulado
y el fuego me reveló
el poder de la auténtica belleza:
silenciosa, solitaria, sublime...

Estallaron los secretos
Reventaron las verdades
Murieron las traiciones
Y resucitó el olvido
para condenarme
con su memoria eterna.

LA MERIENDA




Sábado por la tarde.
Todos toman la merienda. La leche caliente y los bizcochos alientan un poco sus vidas. Charlan entre ellos y sonríen.
La viejecita que huele a goma de muñecas ya se ha levantado de la mesa.
Como todos los sábados ha metido en el bolsillo de su gastado delantal un bizcocho. Se dirige hacia su sillón y tranquila espera la semanal visita que nunca llega.
Al  caer la noche el dolor de esa ausencia perpetua inunda sus ojos y su corazón.
Alguien se acerca para acariciarla.... Se siente ya más tranquila. No quiere
cenar. Está cansada. Dormir es lo único que necesita. Le hará bien. Antes de retirarse pregunta si habrá bizcochos el sábado que viene. La respuesta es sí.
Cuando ella se marcha nadie pronuncia ni una sola palabra.

MONOTONÍA


AYER


EL TIEMPO QUE SE VA


CÓMO SOMOS


CREO EN TI.



GRACIAS


BÚSQUEDA


ABANDONO


CUATRO ESTACIONES


FUTURO


TODO CORAZÓN


TU NOMBRE


DESTINO


OTOÑAL


MARÍTIMO


LIBRES


NOCHE


SILENCIO


RABIA


ESTRELLA AZUL


ELLA


jueves, 5 de septiembre de 2013

SIEMPRE PASA LA LLUVIA






Han pasado veinte años y yo jamás volví a ser el mismo.
Un día lluvioso siempre es sorprendente, anómalo y bello. El cielo lo tiñe todo de un gris nostálgico capaz de atravesarme el alma con sentimientos, deseos y recuerdos escondidos.
El agua cae entrecortada y en forma de miles de lágrimas me transmite la tristeza inevitable.
Aquél día llovía. Llegué del colegio empapado, esperando encontrar a mi madre en la cocina. Me estaría preparando una enorme rebanada de pan con mantequilla y azúcar. El vaso de leche humeante, ya estaría sobre la mesa y ella cantaría aquellos fantásticos boleros mientras recogía las migajas de la encimera y fregaba los utensilios que había utilizado para preparar mi merienda.
Su sonrisa y sus besos llenarían aquella tarde dulce de Cola Cao caliente, de deberes  junto a la estufa. A veces yo miraría cómo ella distraídamente planchaba o cosía o leía una revista.
Quizá mi padre llegaría de viaje, por sorpresa, como siempre y la invitaría a salir a pasear bajo la lluvia.
Hubieran cogido un paraguas y hubieran salido a la calle agarrados del brazo, sonrientes.
Podría haber sido una tarde más.
Una tarde de agua sobre los colores del paraguas de mi madre que hacía juego con el arco iris.
Cubiertos de libertad hubieran avanzado en su camino disfrutando de “esa bendición del cielo”- como ella decía - , del placer de ir saltando los espejos del suelo.
Yo me hubiera quedado en casa, esperando, al menos hasta que anocheciera...
La lluvia caía incesante. Yo corría desesperado por llegar. Atravesé la puerta de entrada y los ojos de mi madre se clavaron en mí llenos de horror. Me quedé paralizado. Una vez más trataba de entender qué estaba pasando.
Mi padre apestaba a alcohol y gritaba insultos mientras le pegaba y la empujaba cada vez con más fuerza. Estaba sucio. Su aspecto siempre me parecía patético: las marcas de sudor en su camisa raída, la barba cerrada espesando su expresión terrorífica, sus ojos vidriosos perdidos en algún lugar maldito, su pelo grasiento y esos pantalones mal ajustados por debajo de su prominente barriga. Olía a su presencia. Era una mezcla de grasa de coche y humores corporales. Estaba como loco. Decía que mi madre era una puta, que ya sabía él a qué se dedicaba mientras estaba en la carretera “tirado como un perro”...
Entró en su dormitorio y sacó la escopeta de caza. Transcurrieron unos segundos en los que mi madre llorando me gritó que corriera. Yo no podía moverme, no podía llorar, no tenía fuerzas.
Disparó dos veces, muy cerca de ella. Apuntó al corazón. El corazón roto de mi madre sangraba mientras él cayó de rodillas sobre aquél charco rojo y espeso por el que se escapaba la vida de mi madre y mi propia vida. Sin embargo, yo seguía ahí, esperando que ella, como otras veces se levantara diciéndome que no pasaba nada, que era la hora de merendar.
Sus ojos se quedaron abiertos y en aquella expresión había algo de belleza y de paz.
Él cogió su escopeta de caza y fue una tarde de sangre, una tarde negra en la que todo se detuvo cuando mi madre cayó muerta como si de un castigo del cielo se tratara.
Mi madre traspasada por dos balas cruzó el umbral del más allá y toda su vida quedó convertida en un espejismo. Quizá viera una luz al final del túnel, una luz que, por fin, se extinguió.
Cargué sobre mi espalda la muerte de mi madre y he alimentado cada día el odio visceral que siento por mi padre desde que esto ocurrió.
Pero, cuando en un día de lluvia el sol se asoma entre las nubes, su poder es absoluto y la luz vuelve a traspasar mi vida recordándome que las gotas de agua son pasajeras.
Siempre pasa la lluvia.
Entretanto, el arco iris me hace esbozar una sonrisa. Su misterio hace que me sienta bien y detrás de mi ventana espero seguir aquí, al menos hasta que anochezca.