Otra vez su historia familiar, sus gustos, sus manías. Es
difícil describir la situación cuando ésta ha perdido casi toda su entidad.
Ella llegó una mañana muy temprano. Procedía de antiguos sótanos, de almacenes
lejanos, de garajes abandonados y era extrañamente metódica.
Acepté que viviera conmigo porque necesitaba usar mi
viejo salón de baile. Sí, como lo oyen. Yo solo quería bailar…
Así evolucionamos juntos; como una pareja poco
convencional que se desarrolló linealmente y cuyo punto de partida nunca fue el
amor.
Puede sonar raro pero estos fueron nuestros comienzos.
Juntos nos sumergimos en algo muy parecido a la locura, al absurdo, a la
ilusión de ser como los demás.
Desde entonces siempre seguimos el rastro de la
música. Desde entonces invertimos nuestro tiempo en crear ficciones, en
explorar el mundo, en diseñar vientos que barran todo lo que no nos gusta.
Pero de ella siempre perdura su historia familiar, sus
gustos, sus manías y todo lo que me hace depender de esa existencia suya, única
e inquebrantable.
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