“En literatura se está limitado por lo que ya ha sido hecho satisfactoriamente. Así que he tratado de aprender a hacer algo distinto. Primero he tratado de eliminar todo lo que es innecesario para comunicar mi experiencia al lector, de modo que después de leer algo, él o ella lo conviertan en parte de su experiencia y les parezca que realmente ha ocurrido. Esto es muy difícil de lograr y he trabajado duramente para conseguirlo.”
Hemingway se caracteriza por el dominio de la voz narrativa y el exacto manejo de la información. En muchos de sus cuentos o novelas actúa como una cámara oscura, y toma nota de todo, incluso de los diálogos que son absolutamente vívidos, un buen ejemplo para quienes desean dominar este aspecto de los relatos.
No hay autor que se precie que no haya absorbido ciertos consejos de Hemingway. Por lo tanto enumeramos a continuación algunos de los más aprovechables para quienes escriben narrativa:
EL MÉTODO DE TRABAJO
“Cuando estoy trabajando en un libro o en un cuento, escribo todas las mañanas desde que asoma la primera luz. A esa hora nadie molesta y hace frío o está fresco y uno empieza a trabajar y entra en calor a medida que escribe. Uno lee lo que ha escrito y como siempre se detiene donde sabe qué va a pasar después, al día siguiente arranca desde ahí.
Uno escribe hasta donde le da el aliento y al llegar allí ya sabe qué va a ocurrir después y para y trata de vivir eso hasta el día siguiente, cuando le da de nuevo. Uno ha empezado a las seis de la mañana, digamos, y puede seguir hasta mediodía o terminar antes. Cuando para está vacío y, al mismo tiempo, nunca vacío sino lleno, como cuando se ha hecho el amor con alguien que uno quiere. Nada puede herirlo, nada puede suceder, nada significa nada hasta el día siguiente en que vuelve a hacerlo. Lo difícil es la espera hasta el día siguiente.”
LA REESCRITURA
“Siempre reescribo cada día hasta el punto en que dejé”. Naturalmente, cuando todo está terminado se lo revisa de nuevo.
LA INFORMACIÓN
“Si un escritor deja de observar está acabado. Pero no tiene que observar conscientemente ni pensar de qué manera le será útil lo que ve. Quizá eso sirva al principio, pero después todo lo que ve, va a la gran reserva de cosas que sabe o ha visto. Si es que de algo sirve saberlo, puedo decir que siempre trato de escribir según el principio del iceberg: siete octavas partes bajo el agua por cada parte que se ve. Lo que uno sabe puede esconderse para dar más fuerza a la parte del iceberg que asoma. En cambio, si un escritor omite algo porque no lo sabe, entonces, sí, hay un agujero en el cuento.
“El viejo y el mar” podría haber tenido mil páginas más e incluir a todos los personajes del pueblo y contar cómo se ganaban la vida, cómo habían nacido, cómo se educaron y tuvieron hijos, etc. Eso lo hacen espléndidamente otros escritores.”
MOMENTOS IDEALES
“Se puede escribir bien en todo momento en que lo dejen a uno solo y no lo interrumpan. O se puede hacer bien siempre que uno sea lo bastante despiadado para intentarlo. Pero lo mejor se escribe cuando se está enamorado”.
Taller de Escritura.
Salvat Editores.