martes, 20 de agosto de 2013

LA ILUSIÓN DE VOLAR

Imagen: SONJA WIMMER
Que la coherencia absoluta no existe es indiscutible. Siempre hay ranuras inevitables por las que se filtran pensamientos rotos, fragmentos derruídos, tristezas inconexas, luchas inherentes a nosotros mismos.
Es ineludible arroparnos al cruzar un cementerio. Vivir como exiliados la mitad de los años que se nos desploman encima.
Torres que caen.
Paraísos y ruinas.
Campos y destierros...
Lo evidente de pertenecer a un sistema que a veces no se comprende.
Lo cansado de sentir que cada día se pierde algo.
Y lo único que reside dentro, en las calles imposibles; lo que solo late en los desiertos literarios.
Todo comienza por un techo roto.
Nos situamos encima y acariciamos la ilusión de volar. Suspiramos profundamente y caemos sin mirar sobre lo que queda de una casa abandonada; sorteando los muros devastados, sintiendo todo lo especial que podría desprenderse de nosotros si por una remota posibilidad fuéramos capaces de saborear lo verdaderamente importante, de aportarle calidad, de llegar e instalarnos y levantar castillos, que ya nunca más fueran de arena.

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