Sufriendo lo indecible por amor llegué hasta el número 14 de la calle Duende; situada al sur; en el pueblo más alejado de ti que pude encontrar. Compré la casa, me instalé y comencé a esperar que el tiempo pasara. Saqué dos sillas a la puerta. Cada día, al caer la tarde salgo fuera y ocupo una de ellas. No sé cuánto tiempo ha pasado; no me aburro, no desespero, no claudico. Solo sueño con verte aparecer a lo lejos, sonriendo; avanzando hacia mí.
Solo espero que me quieras.
Y ocurrirá; ya lo verás.
Es necesario que llegue ese momento; es solo un instante en el que sabrás de golpe que no puedes seguir adelante sin mí. No es mucho lo que te ofrezco.
Una casa desmantelada y una silla desde la que podrás contar estrellas.
Algo me dice que ya no tardarás mucho más en llegar.
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