jueves, 8 de junio de 2023

23 DE AGOSTO DE 2019. VIERNES.


 

Con solo tres elementos se puede construir una historia. Un relato de amor y desamor; quizá localizado en un espacio muy concreto. En una casa. La descripción de esa casa sostendrá la narración de un acontecimiento triste como es el final de una historia de amor. La escritura creativa es mágica. La magia reside en el hecho de provocar nuevos cuentos, nuevos poemas, nuevos fragmentos que sencillamente, y antes de la propuesta, no existían. Estoy convencida de que la lectura y la escritura desprenden aromas esenciales, aromas que jamás encontraremos en otro lugar. Solo los descubrimos escribiendo.

Podríamos escribir un cuento que huela a lejía, que evoque un pasado feliz y que simultáneamente nos transmita los lados más inciertos del presente a través de una casa que hable por sí misma.

 


 

Rendición de Ray Loriga.

Me quedo con la dosis de tristeza y con su contrapunto: el humor que se desprende de las observaciones del protagonista. La historia quedaría pues estructurada sobre ese equilibrio en el que a veces dan ganas de llorar y otras de reír a carcajadas. La guerra en el tiempo es capaz de difuminar el sentido y ya no se sabe quién agrede y quién es el agredido. El miedo, la añoranza de los que ya no están, el destierro impuesto por los que mandan. Ahora él y ella son refugiados y emprenden el camino hacia una ciudad transparente, una ciudad donde no hay intimidad, ni olores, ni noches, ni lunas. Es una ciudad donde el optimismo se impone de forma artificial. ¿Es este el futuro? ¿A costa de qué? De la ausencia de recuerdos, de la manipulación absoluta, del trabajo mecanizado, de un automatismo espeluznante…Entonces la conciencia despierta y hay que asumir las consecuencias.

 


 

Escribir un libro de poemas es diseñar búsquedas y huidas, es inventar un mundo a mi medida, es refugiarme en el mar como evasión, es sentir música en las palabras, es acercarme un poco a eso que yo llamo ETERNIDAD.

 

Seguiré escribiendo palabras, poemas, luz y destinos.

 

Palabras que nombran sueños y ciudades, besos y vientos, locuras, vacíos y penumbras. Palabras que dibujen la luna en sus heridas y desde allí...desde donde rompen las olas, palabras que compongan la poesía de la histeria.

 

La poesía de la histeria, de la ausencia, de la búsqueda incesante. Palabras de mar, de música que rompe silencios, de ilusiones que se renuevan.

 


 

MICRORRELATO-UN LUGAR TRANSITORIO

Vivo en el siglo XXVI de la Era Común, creo que en el año 2530 aunque no podría asegurarlo. Los eclipses totales de sol se suceden con cierta frecuencia y sé que el fin de la civilización está muy cerca. Después del Último Conflicto solo hay sequía, devastación, violencia sexual, extorsión, terror…Y todo se traduce en un mutismo absoluto que alimenta pausas y tiempos. La gente vuelve a abandonar sus lugares. La mayoría intenta construir la ilusión de una nueva vida en otras partes del planeta. Yo elijo otra vez un lugar transitorio, haciendo uso de lo único que me queda: la libertad de movimiento.

 


 

MICRORRELATO-MI REGIÓN INFINITA

El transcurso de una vida siempre conecta con la infancia. Mi padre murió cuando yo tenía 25 años. Pero esa no era la verdad que yo conocía.

-Tu padre nos abandonó cuando tú tenías seis meses. Te conté que había muerto para protegerte. Dijo que la vida con nosotros no era lo que él esperaba y se marchó-Mi madre hablaba serena, sin rencor aparente, como si no le doliera. Yo no daba crédito ante esta nueva versión. La miraba fijamente, casi sin parpadear y en absoluto silencio-Me han llamado hoy; hace diez días que falleció. Ha sido una insuficiencia cardiorrespiratoria. Ha dejado escrito en su testamento que te cede a ti, su único hijo, los viñedos a los que dedicó toda su vida. Necesitan tu firma. Tienes que viajar a Francia.

Después de toda la rabia y después de todos los trámites me instalé aquí; en este pueblecito francés. Era el verano de 1994. Hace ya más de veinte años.

Últimamente solo pienso en el niño que fui; es curioso, siempre me gustó esa forma ovalada y jugosa que tienen las uvas. Recuerdo que mi madre las traía del mercado en racimos; pequeñas y dulces; verdes, violetas, negras. A mí me gustaba comerlas frescas y deleitarme en su textura suave y lisa. Entonces, jamás hubiera pensado que yo sería vinicultor, ni que una tierra y áspera como es esta, se convertiría en mi región infinita…donde aprendería a vivir, a perdonar y a llorar sin estridencias.

 


 BERTA O LA POSIBILIDAD DE UN POEMA

Berta trabaja en el campo y nunca ha visto el mar. Sabe distinguir la verdad entre las ramas y adora saborear el color instantáneo de la lluvia cuando cae.

Berta respira aire limpio y entiende el lenguaje de la luz, piensa en islas imaginarias y en ventanas transparentes por las que divisar su tierra, sus árboles, sus flores…

Para los que viven en casa Berta construye un tiempo feliz. Tiempo continuo de besos y caricias, tiempo extenso de sueños y deseos.

Berta no se avergüenza del envejecimiento de su piel y tampoco de la aspereza de sus manos. No renuncia a su nuevo vestido, ni a la enorme dimensión de su sonrisa. Berta tampoco renuncia a la fuerza de su voz ni a ese extraño horizonte tras el que aún habitan los brillos que le faltan. Por eso Berta pide respeto, pide dignidad, pide libertad, pide igualdad.

Que no haya barreras para ella.

Que se impulse su valor.

Que ninguna mujer sea exiliada dentro de lo que para muchos significa “ser mujer”.

Que Berta siempre quiera continuar.

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