martes, 20 de junio de 2023

9 DE ABRIL DE 2020. JUEVES

 


Completamente fascinada he terminado los “Diarios” de Alejandra Pizarnik. Yo ya conocía su estilo literario porque he leído muchos de sus poemas. Esa dosis de oscuridad, sus infiernos tan particulares, su grado de introspección, su lucha constante contra la vida y contra la muerte…pero tengo que reconocer que el tono de sus “Diarios” me ha parecido brutal y salvaje. Confesiones en primera persona que quizá tratan de buscar un sentido al desorden de casi todo. En sus escritos estallan las paradojas, libra un duelo constante por el hecho de estar viva, se recrea en su situación de crisis permanente, reconoce en algunas ocasiones que se siente enferma y escribe y escribe y escribe y no es luz lo que busca, ni consuelo, ni calor…

Es una escritura tan sincera y tan honesta que sorprende siempre porque a través de ella clasifica todos sus pensamientos; desde los más nocivos y tóxicos hasta los más intrusos y dispersos. Sus problemas de dicción, porque tartamudeaba un poco, sus problemas con la comida, su ambigüedad sexual, el exceso de tabaco, la medicación constante, sus inseguridades literarias, su inadaptación ante la gente que la rodeaba, su vida con la familia que nunca caló en ella, sus frustraciones múltiples…

A Pizarnik le dolía la vida y le gustaba jugar con el concepto de la muerte; pensaba constantemente en el suicidio, en morir para poder liberarse. Alejandra, la eterna insatisfecha, atormentada siempre; con casi todos lo temas sin zanjar. Intentando desliarlo todo a través de su escritura y a través de sus lecturas. Lectora voraz y escritora de vocación, trata de plasmar en sus “Diarios” todo lo inquietante, todo lo que parece que va a escapar, todo lo que parece que se esfuma y se desintegra.

Quiere atraparlo todo.

Así ya no hay secretos y pueden permanecer fragmentos, retazos, instantes, trozos de vida, partes de días furtivos, solitarios y en muchas ocasiones caóticos.

Alejandra, cambiante y contradictoria…quiere poco y se quiere poco, se cuida poco, se perdona poco.

Dureza en sus palabras. Angustia perpetua.

Pero a pesar de todo ESCRITURA con un poder de atracción absoluto, belleza en sus cuadernos que nos invitan a volar con ella, que revalorizan la literatura como única forma de vida, de una vida que no para de doler.

“A veces me gustaría registrarme por escrito en cuerpo y alma: dar cuenta de mi respiración, de mi tos, de mi cansancio, pero de una manera alarmantemente exacta, que se me oiga respirar, toser, llorar, si pudiera llorar”

Y al final, cuando acabas de leer comprendes por qué el SILENCIO está tan presente en toda su obra. Y es que así es como te quieres quedar, en silencio, pensando que has vivido con ella 1100 páginas y echándola de menos desde el mismo momento en que cierras el libro porque lo has acabado.

Suicidarse es perder la noción de la fatalidad y del destino. No tener más miedo de lo que todavía puede venir a hacerme doler y sufrir. Suicidarse es reconocer que lo peor está ocurriendo ahora. El suicidio es el rechazo rotundo del presente. Suicidarse implica la máxima atención y lucidez, decirse ESTA SOY YO, AHORA, AQUÍ. Y saber también que no se debe esperar más. Suicidarse es cerrar una puerta; la de la sala de espera.”

 

Silencio,silencio,silencio……………………………………………………………………………………………….

 

¡Ay, Alejandra!


 

No hay comentarios: