miércoles, 26 de abril de 2023

11 DE MAYO DE 2019. SÁBADO

 


Durante este curso he impartido un Taller de Escritura Creativa. Mis alumnos pertenecían al Aula Permanente de Formación Abierta. Alumnos mayores vinculados con la Universidad de Granada. El taller comenzó el 17 de enero y terminó el 28 de marzo. Ha sido difícil conseguir la plena participación de la gente. Estamos llenos de prejuicios, de inseguridades; tenemos miedo a hacer el ridículo, somos tímidos. Previendo la situación lancé un ejercicio al comienzo donde tenían que escribir sobre por qué no escribían. Yo también lo hice tratando de ponerme en su lugar.

·       No escribo porque soy tímido; porque me da miedo no poder enfrentarme a una cosa tan extraña como un folio en blanco. Es una hoja de papel que me pide algo, algo de mí…y creo que yo no se lo puedo dar.

·       La profesora de este Taller de Escritura al que asisto casi a la fuerza me pide que escriba tres líneas al día. ¡Como si fuera tan fácil! ¡Como si yo no tuviera la seguridad plena de que soy incapaz de hacerlo!

·       No me gusta escribir. Creo que voy a abandonar este ridículo curso sobre escritura. Me espantaría recoger por escrito lo que siento, lo que espero, lo que soy.

·       Esto es una gilipollez. No escribo porque no me da la gana. ¿Qué es ese rollo de emociones, de experiencias, de bienestar? No tengo ganas de descubrirme, de desnudarme. Estoy en mi pleno derecho. ¿O no?

·       Yo no he escrito nunca. Pienso que mi vida no es interesante. Me levanto todos los días a las ocho de la mañana, hago café y me siento junto a mi ventana para ver a la gente pasar. Esto es lo único que me gusta hacer. Así se me agotan los días y los meses y los años. Viendo a la gente pasar.

·       Escribir es ridículo; es cosa de adolescentes enamoradizos. No estoy yo para esos menesteres. A mí lo que me gusta es mi soledad porque en ella encuentro el sentido de mi propia existencia.

Observando sus caras inventé estas palabras y las asigné a algunos de ellos imaginando que ésta y no otra hubiera sido su respuesta.

Tratando de empatizar. Supongo.

Sin embargo, cuando yo escribo me siento poderosa, es el momento en el que saboreo la magia capaz de transformar una página en blanco en todo un texto donde yo estoy presente…con mis miedos, con mi forma particular de mirar la vida, con mi experiencia.

Escribir para mí es detenerme, es tomar aire, es instalarme en otra vida, la que no tiene nada que ver conmigo. Por eso escribir para mí es romper ritmos y dinámicas, es escapar y encontrar un espacio a mi medida. Escribir para mí es desconectar; es también volver a la niña que fui y me vuelvo a ver alucinada ante los árboles, ante el color azul…y me sorprendo ante la inocencia de mis propios ojos.

Cuando escribo me siento libre. Encuentro en la escritura un refugio, un consuelo. Cuando escribo viajo hacia el pasado y proyecto hacia el futuro; viendo y sintiendo mi propio presente. Cuando escribo me asombro ante todo aquello que deseo y ante la infinitud de mis sueños. Cuando escribo encuentro mi voz y creo, imagino, invento cosas con las que a veces los que me leen o me escuchan se emocionan y se conmueven.

Comprenderéis que no hay otra cosa que me produzca mayor satisfacción.

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