viernes, 21 de abril de 2023

27 DE JULIO. 2002

 


En una ocasión me hablaron de un postre caribeño denominado “Morir soñando”. Su nombre es tan envolvente que se me quedó grabado en la memoria. No sé los ingredientes que lleva ni la textura que tiene. Realmente no recuerdo en qué consistía su elaboración. Fue su nombre y la aplicación que podría tener ante lo irremediable. Soñar es uno de los verbos más sugerentes que tiene nuestro idioma y su carácter durativo expresado en ese gerundio le aporta un sentido infinito y eterno. Flores de colores o el mar en calma o un paisaje de nieve o el cielo surcado de estrellas o una estampa urbana y noctámbula o la lluvia nostálgica o el más suave de los vientos o la tierra mojada…Cualquiera de ellos podría ser un sueño válido para dormir toda la noche.

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