Hoy he reparado en un jarrón
azul de cristal que adorna la tabla superior de una de mis estanterías. Estoy
aquí, como todos los días, sentada en mi habitación de estudio y creo que
justamente hoy es la primera vez que miro y veo ese jarrón inmóvil, tal y como
yo lo dejé colocado la última vez que limpié la habitación; ajeno al paso del
tiempo, bonito por su simplicidad, de forma rectangular, decorado en la cara
que debe ser expuesta con la silueta de una flor que parece un tulipán. Es un
objeto y como todos los objetos pertenece a ese mundo material que nos rodea
sin que seamos excesivamente conscientes de que nos sobrevivirá cuando nosotros
ya no estemos, cuando nos hayamos ido para siempre a otro lugar en el que lo
más probable es que no existan jarrones de color azul.
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