viernes, 21 de abril de 2023

19 DE ABRIL DE 2019. VIERNES. (POSIBILIDAD DE UN CUENTO)

Estoy andando y no puedo parar. Ha sido un día muy largo. Me siento cansada. Puede que vaya mañana al médico. Sí; puede que haga caso de mi madre. Es todo muy confuso. Acabo de ver a un hombre que parece un sapo.

He dejado preparadas dos canciones. Cuando vuelva a casa debo entonar esas dos melodías de una forma perfecta. Cada vez que pienso en la música me quedo sorprendida. Es como si volviera a ser la niña que fui. Solía sonreír siempre; quizá porque los niños siempre sonríen. Una vez me puse a gritar y ese fue tal vez el punto de inflexión. Dejé de ser pequeña. Paré de reír ya para siempre y llegué a tener tanto miedo que aún no siento ese terror fuera de mí. ¿Que qué pasó? Llevo vividas dos décadas desde aquella noche maldita y aún no sé qué ocurrió. Acostumbraba a dormir con facilidad y eso también lo perdí. Perdí el sueño, perdí la risa…Pero tengo terminados todos los cursos de música que me hacen feliz. Mi vida está hecha una pena, pero hay que ser fuerte tal y como dice mamá. Debía de tener quince años cuando todo ocurrió.

Voy a ser sincera por una vez en la vida. “Tienes que ser feliz”, repite mamá constantemente y a mí me parece que esto viene a ser imposible.

Paso a explicar a mi psiquiatra los detalles de aquella historia macabra y arranco a gritar. Él me tranquiliza sin éxito y yo…más calmada ya termino de relatar los detalles que configuran la historia que jamás contaré de nuevo. Lo miro a los ojos. Fijamente. Está a punto de llorar. ¿En serio? ¡No me jodas! ¿Un psiquiatra que llora? En su cara percibo que está para enloquecer. Se ha quedado triste, callado, como sin argumentos. Yo tarareo mis canciones, un poco ausente, un poco cansada.

-Has de ser feliz-dice mamá.

Él se levanta de su silla de psiquiatra, se acerca a mí y con las lágrimas en los ojos creo que está por besarme.

Rompo a reír estrepitosamente. Es mi risa de loca, no implica felicidad ni bienestar. Es la locura que anda apoderándose de mí. Hace mucho tiempo que viene diciéndome que me destruirá, que podrá conmigo. Llevo luchando contra ella dos décadas y los progresos son insuficientes. Nunca he notado que empiezo a mejorar. Él quería besarme ¿recuerdas? Reconozco que me he asustado. Nunca he besado a un hombre. Me ha sorprendido muchísimo su reacción de médico blandengue, de hombre atractivo que llora por mí.

Ha pasado un tiempo. Estoy tranquila. Voy andando muy despacio hacia él. Hace ya un buen rato que ha cesado de llorar. Avanzo. Estoy pensando en la música. Me he decidido a besarlo y cuando lo hago sus labios me responden y sus brazos me protegen de todo lo perverso y de todo lo malvado que pudiera ocurrirme a partir de este justo momento.

Es imposible. Vuelve el pasado. ¿Qué ha querido decir con esas palabras? Invade mi espacio. Se altera mi respiración. Siento que todo lo que dice me hace daño. Lo hace a conciencia. ¿Lo hace a conciencia? No quiero pensar más. Me desagrada su cara. Me desagrada su voz. Me da asco su aliento si se acerca a mí. Me hace daño. Me hace daño. No quiero pensar. Cambiar de tema. ¿Qué puedo cocinar hoy? El pollo al horno está bien. Lo acompaño de una ensalada…Lo odio, lo odio. Detecto la ironía en sus ojos. Si fuera capaz se los arrancaría. ¿Me estoy volviendo loca?, ¿es esto locura?, ¿es obsesión?, ¿es dolor? Dejar de pensar. Por favor. Parar. Que salga de mi vida. Que esto se acabe.

El psiquiatra me inyecta algo. Saboreo la ilusión de haberlo besado. Espesor en mi mente. Caen mis párpados. No sé si duermo o quizá muero.

No hay comentarios: