El ruido
del parabrisas es monótono y mecánico
Los
semáforos continúan ahí; despreocupados
Midiendo
la efectividad de los frenos
Considero
la gravedad de este habitáculo
En el
que los besos y las dudas conviven sin alivio
La línea
del tiempo asciende desde la noche hasta la madrugada
Atrapando
sueños y recuerdos
Todas
las sensaciones se agolpan de nuevo
Y vienen
a producirme un temblor turbio y borroso
Ya no me
seduce la misma intimidad de color rojo
Me
vuelvo olvidadizo ante lo extraño
Ya, por
la mañana mido tiempos y caminos
No
quiero discutir sobre las horas que pasan
Ni sobre
aquella casa alejada de la vida y de la muerte
El poder
siempre estuvo en tus manos
Suaves,
grandes y traidoras
Manos
tan inevitables
Como tu
propia sombra.
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