Los
espejos parecen nublados; incluso indecisos
Devuelven
sombras imaginarias
Y
destellos de irrealidad que se mezclan con el itinerario de mi silencio
Aquella
despedida sigue quedando próxima
Aunque
cuando vuelvo a pensarla
Aparece
como antigua y descolorida
Como una
escena de cine mudo
Es
dorada mi soledad
Y a
veces es también imprecisa
Conozco
un bosque de color rojo
Donde
nacen vientos de nostalgia
Donde
los deseos crecen de madrugada
Donde
todas las noches oscurecen tu regreso
Y tu
espalda lejana
Y tu
boca de agua
Y tus
ojos
Y tu cuerpo…
Mientras
Mi edad
se une a las farolas encendidas
Y mi
corazón acomoda de nuevo los besos que me diste
Cerca,
me veo a mí mismo
Plantando
llamaradas sobre la arcilla húmeda
Y el
viejo reloj ordena las tormentas
Y las
consecuencias
Y las
madrugadas
Y las
resacas
La luz
extraña cae sobre el mar
Las
ventanas siempre son antiguas
La luna
es siempre la misma
La
espuma debería ser un sabor
Y la
indiferencia tendría que ser como el mar:
Inmensa
Perfecta
Y azul.
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